Un
sujeto pierde su capacidad de reconocimiento concreto, su gnosis personal, que
la que, por ejemplo, reconoce un rostro. Solo mantiene su capacidad de gnosis
formal su capacidad de leer lo abstracto. Para él, una rosa era una forma roja
con un añadido lineal verde. Es decir, construye el mundo como lo construye un
ordenador, mediante rasgos distintivos y relaciones esquemáticas.
Las
ciencias cognitivas tienen el mismo problema: se trata de una agnosia, de un
desplazamiento de los sentimientos, de los juicios continuos, de lo personal,
lo particular, lo concreto, lo real. El menosprecio del hemisferio derecho, o
menor, aquel que controla las facultades de reconocimiento de la realidad.
Existen
gramáticas espaciales, tridimensionales, diferentes del lenguaje verbal.
También existen gramáticas faciales y temporales. Estas gramáticas están
ubicadas, en el caso de los sordos, en el hemisferio izquierdo, y rompen la
topografía tradicional que ubicaba lo espacial y lo facial en el hemisferio
derecho, es decir, en un registro holístico, emocional, e intuitivo. Esto
implica la recuperación de sistemas de comunicación no verbales (opuestos a la
linealidad) que se trasladan a nuestra cultura, donde lo no verbal, lo
kinésico, lo proxémico, lo facial y lo espacial tienen un lugar cada vez más
crítico a raíz de los desarrollos electrónicos, de la mass-mediatización de la
cultura, pero también de las formas de interacción e intercomunicación en las
culturas urbanas. Esto implica que ahora es posible leer la cara de una persona
en la TV. Se trata como de la filmación del lenguaje.
El
lenguaje de señas, o no verbal de los sordos conserva las facetas icónica y
abstracta. Puede ir de las más abstractas proposiciones a la evocación de un
hecho concreto, vivido, real. Parece que no hubiera, entonces, una
jerarquización entre lo abstracto y lo concreto. La ciencia sería el ascenso a
lo concreto.
Existen
un conflicto entre el lenguaje y las posibilidades gramáticas no-verbales.
También existe un conflicto entre las estructuras cognitivas de los pueblos
orales, pre escriturales, frente a las estructuras cognitivas de aquellos que
han tenido acceso a la escritura. Estos dos conflictos o relaciones están
presentes en la actualidad, en sus nuevos usos o reclamientos de la escritura. En
las culturas de la oralidad hay una estrecha relación con las formas de
percepción o de conocimiento no lingüísticas. El relato oral no se entiende sin
la gesticulación o sin el peso de estructuras mnemotécnicas auditivas. Tampoco
se pueden entender los saberes indiciarios, como la caza y la criminología, sin
el cultivado ejercicio de los sentidos. Por eso aquí hay una fusión…
Identificación
de figuras geométricas con objetos; los conjuntos constituidos a partir de su
relación en el uso; el rechazo del pensamiento silogístico en la solución de
problemas, y su sustitución por métodos semejantes a los de la resolución de
acertijos; el menosprecio de las definiciones (todo el mundo sabe qué es un
árbol), son características de la cultura pre escritural que testimonian
procedimientos cognitivos que son parte de nuestra vida cotidiana.
Lo
indiciario: territorio de lo corporal y lo contiguo. Lo abductivo: territorio
de la conjetura y la hipótesis).
Hay
dos cerebros: uno de lo verbal, escritural u oral, y otro no verbal. O sea, dos
hemisferios. El hemisferio izquierdo funciona de manera lineal y secuencial. El
derecho no: por eso las culturas rurales y las electrónicas se parecen: en la
época electrónica todo es simultáneo, y esto es una amenaza al predominio del
hemisferio izquierdo. La gente hoy usa más el hemisferio derecho, y esto trae
problemas con las formas de lectura y aprendizaje diseñadas para el hemisferio
izquierdo. De ahí tanta dislexia, porque la televisión y los medios
electrónicos nos están obligando a retornar al uso del hemisferio derecho. Por
eso es tan difícil para un zurdo aprenderse el abecedario.
Nuestra
subjetividad se debe a multiculturalidades simultáneas. Sin embargo, no se
puede erradicar de una vez por todas la necesidad de anclaje o de focalización
del hombre, porque son fundamentales para su supervivencia. Lo que sí se puede
es pensarlas desde formas de construcción diferentes a las que impuso la
mentalidad de la escritura.
Mientras
el alfabeto suprime el hemisferio derecho, la radio y la televisión suprimen el
izquierdo. Por eso los indígenas oyen radio y escuchan a los dioses.
Frente
a la onda electrónica es necesario elaborar desde otra zona, donde se mantenga
el conjunto, la figura-campo, el no aislamiento de los elementos. Es necesario
pensar con el hemisferio derecho, correspondiente a las pautas operacionales de
los medios electrónicos, pero sin pasarle por encima a la tara que nos deja el
residuo del hemisferio izquierdo.
La
palabra escrita desaparece. La oralidad permanece. Pero también permanece la
comunicación por indicios, por signos, señales, gestos, rostros. Es la estética
del punk.
En
la electrónica aparecen interacciones, saberes y formas comunicativas que antes
fueron desplazadas por el imperio lineal de la escritura, e incluso referencias
a quienes como Baudelaire y Rimbaud rompieron la escritura desde su interior. Es
un retorno a eso de ver voces, retorno a la sinestesia, a la precepción simbolista.
Las
culturas populares o bajas se ponen en contacto con los medios de comunicación.
Esto se debe a que los medios, la cultura de los medios populares y baratos,
nacen marcados por las necesidades de las clases populares. Los medios parecen
hacerse cargo de esas zonas populares desplazadas por la razón modernizadora.,
unidireccional, educadora. Los medios rescatan esas culturas del afecto y del
sentimiento, del azar y la incertidumbre, del misterio y de lo negro, de la
actuación y de la improvisación, del humor y la irrespetuosidad, de la
cotidianidad, y de la construcción cotidiana del sentido. Del juego, de la
fiesta, de la simulación y el entretenimiento. Todas estas cosas fueron
desvaloradas por los discursos oficiales de la razón, que las definían como mero
campo de la curiosidad, cosas baratas, irracionales. Por ejemplo, la paradoja
no le interesaba a los defensores de la razón instrumental. Sin embargo, el
tema de la paradoja estaba en el contenido de las culturas marginales y
populares que tomarían los medios.
Los
medios nacen encadenados a las culturas populares, sus saberes y sus estéticas
cognitivas. Estos saberes no son tradicionales, pues son zonas de la cultura
del hombre reprimidas por las culturas oficiales.
Sin
embargo, se opera una recuperación simbólica de lo no verbal, como cuando se
recurre a la expresión gestual, a la exacerbación de la comunicación gestual en
la creación recuperación de sentidos en el humor. Existen pues conjuntos
culturales, o expresiones cultuales populares que escapan al iluminismo y se
filtran en los medios, e incluso en las disciplinas científicas que intentan
explicar el desorden, el azar, el caos, la complejidad, todos temas de la
cultura humana. Es decir, que ver espectáculos o admirar a un actor no son
signos de mera pasividad, pues se encuentran inmersos en la vida del hombre
como receptores de cultura desde siempre. La molestia se debe a que los Estados
modernos jerarquizaron la escritura como única forma de comunicación y de
información, desplazando otras formas, otros canales. Se bloqueó la reflexión y
el conocimiento sobre la percepción corporal, kinésica, proxémica, el rol de
los sentidos en nuestra experiencia cotidiana. Se perdieron las competencias
sobre lo corporal, sobre lo no verbal. Pero hoy en día, los medios han roto, a
pesar del Imperio de la Razón, la hegemonía de la escritura. Del grabado al
daguerrotipo, de los periódicos a las revistas ilustradas, del rollo de alambre
al disco de pasta… y todos los procesos posteriores ponen en escena, recuperan,
permiten reflexionar sobre los diferentes canales de la interacción humana.
La
lectura del gesto de un sujeto en la pantalla de TV no es la del que lo ve en
la tribuna a cien metros. Y este saber, como muchos otros no verbales, han
estado siempre en la vida cotidiana de los hombres. La comunicación del hombre
nunca fue específicamente verbal, y por eso no se puede pasar por alto la
relación de la cultura popular con los medios masivos, sin pensar en ellos como
procesos de degradación cultural. Es preciso reconocer las racionalidades y
estrategias de las culturas cotidianas y romper desde allí las culturas
institucionalizadas dentro o fuera del Estado.
El
melodrama y el folletín, marcados por los conflictos entre oralidad y
escritura, crecen entre medios y literatura, pero los medios avanzan sobre la
literatura: titulares y micro biografías. Literatura y medios se relacionan
indiscutiblemente. Tal vez por eso el relato debe pasar por todas las
instancias de lo social cotidiano, y por las sensibilidades de los medios
masivos, que de algún modo encarnan estas instancias; incluso, debe pasar por
expresiones marginales (ya no tanto) como el graffiti, eje dinámico de la
literatura urbana, que inevitablemente están marcados por los medios y la
industria cultural. Se me ocurre pensar en el uso cotidiano que se le dio a la
imagen mediática del profesor Moncayo, que recorrió medio país a pie para
reunirse con el presidente Uribe en la Plaza de Bolívar: a quien camina mucho
se le dice Moncayo. Así que la relación no es solo entre literatura y medios,
sino entre literatura, medios y ciudad: el videoclip, la crónica policial, el
video juego, la telenovela y el periodismo cuentan la vida social y las
transformaciones sociales más allá de su posible intertextualidad. Por ejemplo,
el video juego tematiza la violencia urbana, cosa que ya nos habla de un
imaginario digital de las culturas populares.
En
fin, lo importante parece ser que: “Estamos (…) en una etapa histórica fuerte
en la transformación de la percepción, de los cognitivo, de las formas de la
construcción del sentido, y hasta de recuperación de lo no-verbal y
corporal, y hasta de recuperación de gramáticas en lo espacial y lo visual (…).
Esto afecta a la escritura, pero no la destruye. La escritura, y muy
especialmente la literatura, tienen ante sí un espacio de transformaciones, una
ecología abierta y en relación con nuevas series culturales que la obligan a
repensarse constantemente, y tal vez a abandonar estereotipos de análisis o de construcción,
cosa que nos lleva hacia la idea de una literatura digital, caracterizada por
lo no verbal, por lo corporal, por la espacialidad y lo visual, en cartografías
que se recorren hipermediáticamente.
Me gusto el texto, por fin lo pude comprender del todo!!! Gracias.
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