lunes, 28 de mayo de 2012

Navegaciones: culturas orales, culturas electrónicas, culturas narrativas / Aníbal Ford




Un sujeto pierde su capacidad de reconocimiento concreto, su gnosis personal, que la que, por ejemplo, reconoce un rostro. Solo mantiene su capacidad de gnosis formal su capacidad de leer lo abstracto. Para él, una rosa era una forma roja con un añadido lineal verde. Es decir, construye el mundo como lo construye un ordenador, mediante rasgos distintivos y relaciones esquemáticas.
Las ciencias cognitivas tienen el mismo problema: se trata de una agnosia, de un desplazamiento de los sentimientos, de los juicios continuos, de lo personal, lo particular, lo concreto, lo real. El menosprecio del hemisferio derecho, o menor, aquel que controla las facultades de reconocimiento de la realidad.
Existen gramáticas espaciales, tridimensionales, diferentes del lenguaje verbal. También existen gramáticas faciales y temporales. Estas gramáticas están ubicadas, en el caso de los sordos, en el hemisferio izquierdo, y rompen la topografía tradicional que ubicaba lo espacial y lo facial en el hemisferio derecho, es decir, en un registro holístico, emocional, e intuitivo. Esto implica la recuperación de sistemas de comunicación no verbales (opuestos a la linealidad) que se trasladan a nuestra cultura, donde lo no verbal, lo kinésico, lo proxémico, lo facial y lo espacial tienen un lugar cada vez más crítico a raíz de los desarrollos electrónicos, de la mass-mediatización de la cultura, pero también de las formas de interacción e intercomunicación en las culturas urbanas. Esto implica que ahora es posible leer la cara de una persona en la TV. Se trata como de la filmación del lenguaje.
El lenguaje de señas, o no verbal de los sordos conserva las facetas icónica y abstracta. Puede ir de las más abstractas proposiciones a la evocación de un hecho concreto, vivido, real. Parece que no hubiera, entonces, una jerarquización entre lo abstracto y lo concreto. La ciencia sería el ascenso a lo concreto.
Existen un conflicto entre el lenguaje y las posibilidades gramáticas no-verbales. También existe un conflicto entre las estructuras cognitivas de los pueblos orales, pre escriturales, frente a las estructuras cognitivas de aquellos que han tenido acceso a la escritura. Estos dos conflictos o relaciones están presentes en la actualidad, en sus nuevos usos o reclamientos de la escritura. En las culturas de la oralidad hay una estrecha relación con las formas de percepción o de conocimiento no lingüísticas. El relato oral no se entiende sin la gesticulación o sin el peso de estructuras mnemotécnicas auditivas. Tampoco se pueden entender los saberes indiciarios, como la caza y la criminología, sin el cultivado ejercicio de los sentidos. Por eso aquí hay una fusión…
Identificación de figuras geométricas con objetos; los conjuntos constituidos a partir de su relación en el uso; el rechazo del pensamiento silogístico en la solución de problemas, y su sustitución por métodos semejantes a los de la resolución de acertijos; el menosprecio de las definiciones (todo el mundo sabe qué es un árbol), son características de la cultura pre escritural que testimonian procedimientos cognitivos que son parte de nuestra vida cotidiana.
Lo indiciario: territorio de lo corporal y lo contiguo. Lo abductivo: territorio de la conjetura y la hipótesis).
Hay dos cerebros: uno de lo verbal, escritural u oral, y otro no verbal. O sea, dos hemisferios. El hemisferio izquierdo funciona de manera lineal y secuencial. El derecho no: por eso las culturas rurales y las electrónicas se parecen: en la época electrónica todo es simultáneo, y esto es una amenaza al predominio del hemisferio izquierdo. La gente hoy usa más el hemisferio derecho, y esto trae problemas con las formas de lectura y aprendizaje diseñadas para el hemisferio izquierdo. De ahí tanta dislexia, porque la televisión y los medios electrónicos nos están obligando a retornar al uso del hemisferio derecho. Por eso es tan difícil para un zurdo aprenderse el abecedario.
Nuestra subjetividad se debe a multiculturalidades simultáneas. Sin embargo, no se puede erradicar de una vez por todas la necesidad de anclaje o de focalización del hombre, porque son fundamentales para su supervivencia. Lo que sí se puede es pensarlas desde formas de construcción diferentes a las que impuso la mentalidad de la escritura.
Mientras el alfabeto suprime el hemisferio derecho, la radio y la televisión suprimen el izquierdo. Por eso los indígenas oyen radio y escuchan a los dioses.
Frente a la onda electrónica es necesario elaborar desde otra zona, donde se mantenga el conjunto, la figura-campo, el no aislamiento de los elementos. Es necesario pensar con el hemisferio derecho, correspondiente a las pautas operacionales de los medios electrónicos, pero sin pasarle por encima a la tara que nos deja el residuo del hemisferio izquierdo.
La palabra escrita desaparece. La oralidad permanece. Pero también permanece la comunicación por indicios, por signos, señales, gestos, rostros. Es la estética del punk.
En la electrónica aparecen interacciones, saberes y formas comunicativas que antes fueron desplazadas por el imperio lineal de la escritura, e incluso referencias a quienes como Baudelaire y Rimbaud rompieron la escritura desde su interior. Es un retorno a eso de ver voces, retorno a la sinestesia, a la precepción simbolista.
Las culturas populares o bajas se ponen en contacto con los medios de comunicación. Esto se debe a que los medios, la cultura de los medios populares y baratos, nacen marcados por las necesidades de las clases populares. Los medios parecen hacerse cargo de esas zonas populares desplazadas por la razón modernizadora., unidireccional, educadora. Los medios rescatan esas culturas del afecto y del sentimiento, del azar y la incertidumbre, del misterio y de lo negro, de la actuación y de la improvisación, del humor y la irrespetuosidad, de la cotidianidad, y de la construcción cotidiana del sentido. Del juego, de la fiesta, de la simulación y el entretenimiento. Todas estas cosas fueron desvaloradas por los discursos oficiales de la razón, que las definían como mero campo de la curiosidad, cosas baratas, irracionales. Por ejemplo, la paradoja no le interesaba a los defensores de la razón instrumental. Sin embargo, el tema de la paradoja estaba en el contenido de las culturas marginales y populares que tomarían los medios.
Los medios nacen encadenados a las culturas populares, sus saberes y sus estéticas cognitivas. Estos saberes no son tradicionales, pues son zonas de la cultura del hombre reprimidas por las culturas oficiales.

Sin embargo, se opera una recuperación simbólica de lo no verbal, como cuando se recurre a la expresión gestual, a la exacerbación de la comunicación gestual en la creación recuperación de sentidos en el humor. Existen pues conjuntos culturales, o expresiones cultuales populares que escapan al iluminismo y se filtran en los medios, e incluso en las disciplinas científicas que intentan explicar el desorden, el azar, el caos, la complejidad, todos temas de la cultura humana. Es decir, que ver espectáculos o admirar a un actor no son signos de mera pasividad, pues se encuentran inmersos en la vida del hombre como receptores de cultura desde siempre. La molestia se debe a que los Estados modernos jerarquizaron la escritura como única forma de comunicación y de información, desplazando otras formas, otros canales. Se bloqueó la reflexión y el conocimiento sobre la percepción corporal, kinésica, proxémica, el rol de los sentidos en nuestra experiencia cotidiana. Se perdieron las competencias sobre lo corporal, sobre lo no verbal. Pero hoy en día, los medios han roto, a pesar del Imperio de la Razón, la hegemonía de la escritura. Del grabado al daguerrotipo, de los periódicos a las revistas ilustradas, del rollo de alambre al disco de pasta… y todos los procesos posteriores ponen en escena, recuperan, permiten reflexionar sobre los diferentes canales de la interacción humana.
La lectura del gesto de un sujeto en la pantalla de TV no es la del que lo ve en la tribuna a cien metros. Y este saber, como muchos otros no verbales, han estado siempre en la vida cotidiana de los hombres. La comunicación del hombre nunca fue específicamente verbal, y por eso no se puede pasar por alto la relación de la cultura popular con los medios masivos, sin pensar en ellos como procesos de degradación cultural. Es preciso reconocer las racionalidades y estrategias de las culturas cotidianas y romper desde allí las culturas institucionalizadas dentro o fuera del Estado.
El melodrama y el folletín, marcados por los conflictos entre oralidad y escritura, crecen entre medios y literatura, pero los medios avanzan sobre la literatura: titulares y micro biografías. Literatura y medios se relacionan indiscutiblemente. Tal vez por eso el relato debe pasar por todas las instancias de lo social cotidiano, y por las sensibilidades de los medios masivos, que de algún modo encarnan estas instancias; incluso, debe pasar por expresiones marginales (ya no tanto) como el graffiti, eje dinámico de la literatura urbana, que inevitablemente están marcados por los medios y la industria cultural. Se me ocurre pensar en el uso cotidiano que se le dio a la imagen mediática del profesor Moncayo, que recorrió medio país a pie para reunirse con el presidente Uribe en la Plaza de Bolívar: a quien camina mucho se le dice Moncayo. Así que la relación no es solo entre literatura y medios, sino entre literatura, medios y ciudad: el videoclip, la crónica policial, el video juego, la telenovela y el periodismo cuentan la vida social y las transformaciones sociales más allá de su posible intertextualidad. Por ejemplo, el video juego tematiza la violencia urbana, cosa que ya nos habla de un imaginario digital de las culturas populares. 
En fin, lo importante parece ser que: “Estamos (…) en una etapa histórica fuerte en la transformación de la percepción, de los cognitivo, de las formas de la construcción del sentido, y hasta de recuperación de lo no-verbal y corporal, y hasta de recuperación de gramáticas en lo espacial y lo visual (…). Esto afecta a la escritura, pero no la destruye. La escritura, y muy especialmente la literatura, tienen ante sí un espacio de transformaciones, una ecología abierta y en relación con nuevas series culturales que la obligan a repensarse constantemente, y tal vez a abandonar estereotipos de análisis o de construcción, cosa que nos lleva hacia la idea de una literatura digital, caracterizada por lo no verbal, por lo corporal, por la espacialidad y lo visual, en cartografías que se recorren hipermediáticamente. 

1 comentario: