lunes, 28 de mayo de 2012

NARRATIVAS MEDIÁTICAS / Omar Rincón


Expiamos nuestras culpas en mundos posibles que imaginamos gracias a las narraciones; ante la falta de argumentación y razón, priman los afectos instantáneos. La narración mediática asigna y da visibilidad a múltiples sentidos que llenan la existencia de sentidos frágiles, móviles, leves, precarios, llevándonos a habitar en la levedad, en lo efímero, en el flujo. El vació de las ideologías es llenado con estilos de vida en una sociedad-televisión. La vida real pierde espesor y gana flujo, sensación, ligereza. Hemos devenido estética y narración (11).
Las estéticas visuales que habitamos nos hacen vivir la vida como en una película cuyo sentido es el entretenimiento: gusto por el exceso, pensamiento leve,  huída del argumento, predominio de la lógica del entretenimiento. Sin embargo, esta situación podría ser favorable: Si la narrativa y la estética marcan todas las acciones de nuestro tiempo, debemos actuar desde y en esas condiciones... buscar detrás de la levedad y el entretenimiento para pensarnos desde otra parte y preguntarnos por lo que estas tendencias nos dicen de la sociedad que habitamos (11). Podría ser esta la causa de la parodización revisionista, la puesta en abismo y el desenmascaramiento de los discursos mediáticos, políticos, históricos, científicos… llevados al extremo en la tergiversación de sus propias lógicas.

Ese fluir leve, efímero, fragmentario (…) tiene un potencial enorme para comprender cómo estamos produciendo y viviendo las identidades, las culturas, y las sensibilidades (12).

Los medios masivos de comunicación cuentan de nuevo la vida desde lo emocional, re-produciendo sentidos sociales, transformando percepciones y representaciones por medio de sus formas narrativas que  dicen el mundo, re-novando, re-creando y recontextualizando ritos y creencias humanas. Los medios fabulan la vida desde el entretenimiento. Las estéticas mediáticas legitiman el gusto social desde la lógica del entretenimiento: pensamiento leve, actitud new age, y reality. Así producen consenso e instauración de un lenguaje estético común social que le permite a la gente constatar que pertenece a un grupo.

La narración mediática nos convierte en historias que nos devuelven la vida cotidiana en forma de experiencias. Por eso leemos y comprendemos el mundo desde las lógicas de los seriados… Comprendemos las culturas y los mundos de la vida desde los modos narrativos mediáticos que habitamos.

Las culturas mediáticas o redes de significados colectivos que nacen en los medios de comunicación crean nuevos símbolos que se establecen como realidad más allá de lo vivido. Generalizan en la sociedad un gusto, una sensación individual de placer, un procedimiento colectivo que expresa una sensación de pertenecer a algo y de compartirlo con otros.
La comunicación mediática produce una cultura que se caracteriza por ser más de narraciones y afectividades que de contenidos y argumentos (18). Vemos la realidad según los lenguajes mediáticos, y los medios de comunicación son nuestras metáforas. Las culturas mediáticas y sus narrativas convierten a los medios en experiencias cotidianas que prometen la expresión social por medio de prácticas informativas, prácticas de seducción (publicidad y moda), prácticas de compañía y ambiente, prácticas de encantamiento (televisión y cine), prácticas de memoria y experimentación (videos), y prácticas de conexión (Internet).
El lado bueno es que, ante el agotamiento de los grandes relatos de la historia oficial, los medios de comunicación visibilizan las historias y experiencias del pueblo, sus tradiciones y perspectivas de la vida. Los medios de comunicación disuelven así los puntos de vista centrales del mundo, y promueven la pluralización. La historia se construye entonces a partir de múltiples discursos, maneras de pensar y movimientos sociales. Sin embargo, los medios de comunicación no crean estos nuevos modos de pensar sino que son sus difusores y legitimadores efímeros (20), reflejando el gusto medio y más común de todos; responden a lo que más gusta, a lo que más se identifica con la clase media entre las artes y las modas, entre las filosofías y los estilos, entre los discursos y los formatos, entre sujetos y masas, entre razones y sentimentalidades (21).
La televisión es el referente narrativo más importante, pues se trata del narrador central de nuestras vidas, respondiendo a la temporalidad del hogar, promoviendo relaciones afectivas con sus audiencias. Se ha adaptado al tono de la conversación cotidiana. Máquina de contar historias, referente prioritario de la cultura emocional que apela a las masas excluidas de la oferta cultural de élite, a través de historias divertidas y pedagógicas que causan conformidad emocional, distención social y placer individual: efectismo, facilismo, predictibilidad, superficialidad, fórmulas, estrellatos débiles, emociones instantáneas (22).
Las narrativas mediáticas producen historias y fábulas para asignar sentido en tiempos rápidos, a partir de viejas tradiciones que imaginan nuevos héroes, y cuentas historias que nos permiten soñar… (22)… curando soledades masivas.
La comunicación aprovecha los modos simbólicos de la sociedad que indican sentimientos, valores y pensamientos, y gracias a esto siempre logra ser actual.

En las culturas mediáticas la estética es un discurso sobre la sensación. Lo bello es lo gozoso, lo placentero (30), lo que nos halaga los sentidos. La estética corresponde al orden de lo sensible y el deseo.
La imagen se proyecta como protagonista central de la cotidianidad (31). Lo bello puede ser relativamente bello y presentarse en diferentes grados de deformidad o diferencia. La experiencia de lo sensible habita más allá de los museos, el arte y las universidades. Va más allá de las artes plásticas y de las electrónicas.
Por eso el gusto de la época es neo-barroco: abandono de la simetría, del orden, de la preeminencia de lo no-armónico, y de lo asimétrico. Estética de lo inestable, pérdida de la integridad, de la globalidad, pura inestabilidad, polidimencionalidad, mutabilidad. Repetición, velocidad, exceso, lo monstruoso, la excitación. Repetición, estética de la máquina, ritmo frenético, variación organizada, policentrismo, irregularidad regulada. Variaciones diversas sobre las mismas secuencias y ritmos; el placer sobre lo mismo (33). Repetición de contenidos, formas, iconos, referentes…
Exceso. Tendencia al límite, lo monumental cualitativa y cuantitativamente; tendencia al límite que re-configura la visibilidad de lo estético; búsqueda del escándalo; excitación de las formas; significación desafiante que se opone a lo establecido; lo estético se libera de lo socialmente correcto: obras culturales como estrategias de desocultamiento. Manifestaciones explícitas de sexo.
Lo monstruoso. Continua presencia de lo deforme, lo desagradable, o lo aberrante; exceso de tipo formal, representación que se aleja de los supuestos de la mimesis y de las proporciones clásicas.


Estéticas del entretenimiento espectáculo, levedad, new age, reality

La vida es como una película: todos debemos ser estrellas: el entretenimiento es el propósito de la vida, la felicidad del sujeto desterritorializado, exhibicionista, mediático, sin adscripción política. Sujeto-mundo con color local  y creencias móviles según la lógica de lo leve, lo light, las buenas energías y las bajas razones, lo new age, y la ausencia de realidades duras del reality.
El entretenimiento divierte. Toda vida puede ser divertida. La lógica del entretenimiento nos propone la felicidad en los tiempos del afecto. Actuar nuestras vidas más que vivirlas. Pasar del homo sapiens al homo scenicus, ajeno a problemas sociales pasivo, frívolo, atento al esplendor fácil del flujo catódico. Las fantasías mediáticas son más reales que la realidad, y así podemos ser celebridades, estrellas de nuestra propia vida, como en un espectáculo, como en el cine: cuestión de pantalla, no de autenticidad. Todos los discursos se mezclan, información, drama, publicidad o ciencia, pornografía, datos financieros.
La espiritualidad es una realidad alterna, el fácil trascendentalismo, celebridades que iluminan, íconos para vivenciar.
La lógica del entretenimiento es posible de comprender por oposición al arte y a lo culto. El entretenimiento celebra la ligereza, el lenguaje envolvente de la superficie lúdica, mundana, estética y fetichista. Está hecho de fórmulas, es divertido, perezoso, efectista, facilista, superficial, banal, primario, predecible.
Así, la cultura de masas ha disgregado los comportamientos heredados del pasado proponiendo nuevas referencias y nuevos estilos de vida basados en la realización personal, el entretenimiento, el consumo y el amor.
Para competir con los medios visuales, la información escrita comenzó a presentar las noticias dentro del atractivo pasional: impresionabilidad, espectacularidad. La noticia se hiso instantánea y visual. Se insertaron los comics y las ilustraciones, y la página principal se convirtió en vitrina que cautiva al transeúnte, perfilando las publicaciones más baratas como entretenimiento cada vez más visual (representación visual de la realidad). Las fotografías fueron la esencia de los tabloides (así se va cocinando el remplazo de la realidad por su imagen), suprimiendo el último vestigio del periodismo tradicional: el contexto.
La televisión, como el cine y el periódico, convirtieron la realidad en acción y suspenso. El mundo pasó a ser visto como un gran machote entretenido; la noticia ya no era suficiente; tenía que ser más excitante, con más suspenso (así como se presenta el conflicto armado). Las noticias se convirtieron en la primera forma audiovisual del entretenimiento (el caso de Sigifredo López).
El discurso político adoptó la forma entretenida e inmediata de la televisión (los últimos relatos políticos de Uribe Vélez y el ex-ministro Londoño).
Industria del entretenimiento: realidad como discurso para satisfacer las necesidades de una audiencia (por ejemplo la necesidad de justicia, de soluciones contundentes al conflicto social), apelando al drama, a la controversia y al look. Esta industria tomó posesión de las actividades humanas que pudiesen interesar a todos (comenzó a fabricar la realidad según esos intereses). El entretenimiento se convirtió en metarrelato.
Los artistas (y las figuras nacionales del mundo político), más allá de su talento, fabricaron o se dejaron fabricar, para aprovecharla, una imagen mediática entretenida: Picasso como el pintor que encarnaba todos los prejuicios del arte moderno. Dalí fue su mejor obra. Construcción de la imagen personal como celebridad (así sea una celebridad mediática de barrio como Rep y Toba, en Éraze una vez el amor pero tuve que matarlo, o una celebridad política).
La lógica del entretenimiento nos dice cómo comunicarnos. Hay que ser celebridad. (Ser Sid y Nancy, ser Bob Marley, Bonny and Clyde, Pedro el escamoso, El rey de la guanábana, Álvaro Uribe). El concepto de celebridad se olvida del talento y enfatiza la manera como uno es percibido: es una cuestión del parecer, de la impresión: (Le expliqué que mi idea era contar la historia de un chico anónimo que soñaba con ser estrella de rock. El chico ni siquiera tenía una banda, no cantaba ni tocaba instrumento alguno. Sólo andaba por su anónima ciudad vestido de negro, y era una leyenda para sus amigos de barrio. / -Eso me suena familiar –dijo (Éraze una vez en amor… Efraím Medina Reyes).
Por otra parte, estar en la pantalla-cielo es llegar a ser alguien en el mundo de la vida. Cielo de simulacros televisivos. Ser alguien por haber salido en la TV, pantalla-realidad urbana, que lleva al sujeto anónimo a convertirse en ídolo público, sólo a condición de ser divertido (El desafío, Yo me llamo, Si te ven ganaste… incluso dar testimonio oral en vivo, desde el lugar de los hachos: “Yo sí oí la explosión, y cuando llegué aquí me encontré con la humareda y la gente gritando…”).
Estado de la vida como en el cine en una sociedad en donde los individuos han aprendido a alabar las habilidades que les permiten, como actores, asumir cualquier rol que la ocasión demande y actuar sus vidas a cambio de solo vivirlas (el testigo de los hechos podría tratar de relucir como reportero de la noche, ante las cámaras de City TV…). Así, las celebridades urbanas locales son reflejo de las celebridades, iconos de la cultura mediática, los dioses de la vida diaria (Cristiano Ronaldo, Shakira, Hugo Chávez, Álvaro Uribe, Kurt Covain). Imágenes, productos, estilos de vida. Y he aquí la paradoja de la realidad posmoderna: Irónicamente, ser alguien en el mundo de la vida significa convertirse en alguien en la ficción, llegar a ser celebridad (Toba y Rep en su Ciudad Inmóvil y en Bogotá).
Como ocurre a Efraím Medina Reyes, la celebridad, su imagen, su idea, se ha extendido mucho más allá de la pantalla electrónica para ser interpretada en un escenario real: en cierta Feria del Libro de Bogotá, su afiche en tamaño natural era la imagen de un roquero punk distorsionado, mezcla de Val Kilmer haciendo de Jimm Morrison en la película The Doors, y algo de ese Sin Visious de vidrio catódico que describe en su propia novela.
Para competir con el entretenimiento es preciso hacer de la vida propia un espectáculo; uno tiene que convertirse en entretenimiento, repetir los gestos y atuendos de los ídolos mediáticos. Vale todo para parecer divertidos. A esto se le denomina simulacro, pensamiento débil, entretenimiento. Actuar como si estuviéramos en una película, o en un video de rock...

Vivir en un performance, para satisfacer a otros que nos miran desde una audiencia televisiva. Espectáculo: práctica del entretenimiento que se basa en la contemplación a distancia, en presente, siguiendo una dramaturgia reconocida. Su objetivo es seducir. Contemplación. El espectáculo sobrevalora el deseo de ver. Esta relación a distancia excluye la intimidad en beneficio de un extrañamiento masivo. El gusto, el olfato y el tacto están excluidos. La vista y el sonido son los sentidos del espectáculo: espectador, oyente alejado. No se requiere presencia corporal.
Ser espectacular significa huir del mundo referencial de la vida para pasar a habitar el artificio. Es emoción a toda hora en tiempo presente. Flujo eterno del relato que se disfruta sin detenerse a pensar en el antes o en el después. Sólo existe el ahora. Amnesia total. Para participar se debe contar con el atuendo adecuado, los accesorios y los estímulos necesarios: sentido del humor, frases de slogan, tener ángel de pantalla.
Star sistem: estrellas del espectáculo. El entrevistador por encima del entrevistado, de los contenidos y de la realidad.
Fragmentariedad: continuidad efectista; abundan los tiempos cortos, las emociones rápidas, las narrativas clip, la saturación de efectos, la sobredimensión de la imagen y el estilo. Los contenidos son ligeros y fragmentados para poder así emitir más mensajes más posibilidades de percepción.
Reiteración: el placer está en el disfrute de lo ya conocido, la repetición y la redundancia para ofrecer siempre lo mismo, pero en diferentes versiones.
Vínculo: el discurso espectacular es psicótico, porque se habla todo el tiempo, pero para no decir nada, y lo que importa no es significar sino mantener el contacto.
La cultura del espectáculo construye celebridades por medio de la industria del cine, que promueve el glamur, la exhibición, la moda y el exceso como valores.
Crea iconos de moda, y modelos de imitación y emulación.
El espectáculo de la cultura mediática muestra y dice cómo hay que comportarse y aparentar, constituyéndose en marco de referencia para los modos de la identidad efímera, con los que el sujeto puede adquirir múltiples identidades, según la función del papel que desempeñe dentro de la cadena del consumo simbólico de mercancías culturales.
El espectáculo es el nuevo espacio público desestructurado. Habitamos una época donde la estética está en el proceso, en los fragmentos, en el caos, en la búsqueda de forma; somos una sociedad sin valores estables; todo está en entredicho; no hay grandes relatos en los cuales creer, somos sujetos consumidos y producidos sin referencia a ninguna misión no utopía.

Filosofía light
Hay que evitar el argumento y la densidad para habitar los efectos y aplicar soluciones técnicas a los problemas. Filosofía de búsquedas veloces, cero profundidad de tiempo, y estéticas sin referencia (cero profundidad de memoria). Ya no existen verdades ni mentiras. El no-pensamiento ha adquirido estatus. Cultura de la instantaneidad, mundo unipolar y globalizado. Irrupción de la apariencia y el fragmento, predominio de lo ornamental y lo escenográfico.
La realidad está construida por el cruce y contaminación de las múltiples imágenes, interpretaciones y reconstrucciones que compiten entre sí, o que distribuyen los media sin ninguna coordinación. Es muy difícil saber quiénes somos si habitamos la velocidad, el fragmento, lo efímero, el facilismo y lo superficial.
Vivir bien significa cuidar el cuerpo, mantener la buena energía, lucir como toca: comida light, pensamiento light, estilo de vida light que no torture la diversión, periodismo light para no entorpecer con angustia la vida sin conciencia de realidad.
Los signos de nuestra época son las series televisivas, la publicidad, , la paraliteratura, las producciones cinematográficas tipo B, las biografías populares y la novela negra (las formas populares o bajas), y todo viene de Estados Unidos. Por eso la cultura actual es estadounidense. Es el nuevo pueblo de los jóvenes. Nadie envejece. Las memorias superan su propia biografía.

Realidad espectáculo en una sociedad de la velocidad y la nostalgia, del olvido y los aniversarios. Por eso la moda acoge igual lo retro y la persecución de la novedad. La filosofía light televisiva ha llevado al vaciamiento del sentido, a la proliferación de significantes vacíos (la camiseta con la cara del Che en una fiesta de jóvenes millonarios), al aumento de la inconsciencia social.
Pero la pluralidad de afirmaciones que aparecen como verdaderas, hacen posible revalorar otras perspectivas excluidas que revitalizan ciertos pensamientos. Las diversidades se liberan y toman la palabra, se ponen en forma y son reconocidas. Desde la moda es posible contar una nueva versión de la historia mundial.  Todas las tendencias están de moda simultáneamente y uno puede participar de una o varias para vestir el mismo cuerpo y expresar las diversidades del alma. Somos una mezcla de estilos. Las modas son reflejo en el que una sociedad light se mira y se reconoce; la moda nos vuelve ovejas, pero también nos brinda los modos de diferenciarnos y construirnos con estilo propio (mi propio estilo Sid Vicious, Bob Marley). Cada marca crea un estilo de vida, una manera de ver el mundo.
Hasta la política y los modos de gobernar se han vuelto light.

Actitud new age
Los libros de auto-ayuda dicen que Dios siempre está conmigo, que la verdad está en mi interior. La nueva era es una pausa en la era de la velocidad. Interviene la flexibilidad y el flujo de las emociones del entretenimiento para producir cierta estabilidad. Ilumina con base en los rituales colectivos. Es fe e ideología de la felicidad fácil y a domicilio. Promete que es posible creer en uno mismo sin pensar.

Política reality
Vigilancia de la lógica del entretenimiento. El sistema político se ha convertido en un concurso de elegidos y eliminados. El reality es como la democracia: privilegia la convivencia de las diversidades, con normas colectivamente aceptadas, y la gente puede participar en la toma de decisiones de la comunidad ficticia. Nos documenta acerca de una sociedad que actúa en función de los criterios emocionales del momento, criterios que se hacen colectivos en función de le eliminación de la diferencia, de quien no nos gusta y piensa diferente. Solo que la democracia debería ser algo más que un instantáneo estado emocional.
Uribe hace política reality. La última película se llama La guerra contra el terrorismo: gane dinero con su información.
Vivir en un reality implica ser siempre entretenido ser divertido, espectacular, para no ser expulsado de la vida. Es preciso actuar light, buena onda, para no molestar a nadie. La máquina televisiva nos obliga a estar siempre listos para divertirnos. Hay cámaras por todas partes; nos están vigilando; por su acaso, sean divertidos (Si te ven ganaste, nuevo programa de City TV).
Podemos ser héroes, siempre y cuando sigamos las instrucciones televisivas.

Nuestra sociedad del espectáculo: lo real es entretenido: entretenimiento, pauta publicitaria, conversación fluida pública y rápida; la vida construida en la edición, siguiendo las estrategias dramatúrgicas del concurso, del melodrama, del documental, el noticiero y el videoclip. ¿Cómo narrar entonces la sociedad del espectáculo y el entretenimiento? Narramos imitando la realidad, que en este caso es una realidad televisiva. Somos celebridades o no somos nada. Así actuamos todos en la sociedad del espectáculo. Somos hijos de la televisión. Debemos volvernos expertos en culturas y estéticas mediáticas para poder actuar.
Los demás discursos nos han traicionado, desde el científico hasta el institucional y jurídico. Toca ser banal y snob. Somos construcción dramática más que razón. Narraciones más que conceptos. La narración es nuestra nueva forma de pensar. 

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