Expiamos
nuestras culpas en mundos posibles que imaginamos gracias a las narraciones;
ante la falta de argumentación y razón, priman los afectos instantáneos. La
narración mediática asigna y da visibilidad a múltiples sentidos que llenan la
existencia de sentidos frágiles, móviles, leves, precarios, llevándonos a
habitar en la levedad, en lo efímero, en el flujo. El vació de las ideologías
es llenado con estilos de vida en una sociedad-televisión. La vida real pierde
espesor y gana flujo, sensación, ligereza. Hemos devenido estética y narración
(11).
Las estéticas
visuales que habitamos nos hacen vivir la vida como en una película cuyo
sentido es el entretenimiento: gusto por el exceso, pensamiento leve, huída del argumento, predominio de la lógica
del entretenimiento. Sin embargo, esta situación podría ser favorable: Si la narrativa y la estética marcan todas
las acciones de nuestro tiempo, debemos actuar desde y en esas condiciones...
buscar detrás de la levedad y el
entretenimiento para pensarnos desde otra parte y preguntarnos por lo que estas
tendencias nos dicen de la sociedad que habitamos (11). Podría ser esta la
causa de la parodización revisionista, la puesta en abismo y el
desenmascaramiento de los discursos mediáticos, políticos, históricos,
científicos… llevados al extremo en la tergiversación de sus propias lógicas.
Ese fluir leve, efímero, fragmentario (…) tiene un potencial enorme para comprender
cómo estamos produciendo y viviendo las identidades, las culturas, y las
sensibilidades (12).
Los medios
masivos de comunicación cuentan de nuevo
la vida desde lo emocional, re-produciendo
sentidos sociales, transformando percepciones y representaciones por medio de sus
formas narrativas que dicen el mundo, re-novando, re-creando y recontextualizando ritos y creencias
humanas. Los medios fabulan la vida desde el entretenimiento. Las estéticas
mediáticas legitiman el gusto social desde la lógica del entretenimiento:
pensamiento leve, actitud new age, y reality. Así producen consenso e
instauración de un lenguaje estético común social que le permite a la gente
constatar que pertenece a un grupo.
La narración
mediática nos convierte en historias que nos devuelven la vida cotidiana en
forma de experiencias. Por eso leemos y comprendemos el mundo desde las lógicas
de los seriados… Comprendemos las culturas y los mundos de la vida desde los
modos narrativos mediáticos que habitamos.
Las culturas
mediáticas o redes de significados colectivos que nacen en los medios de
comunicación crean nuevos símbolos que se establecen como realidad más allá de
lo vivido. Generalizan en la sociedad un gusto, una sensación individual de
placer, un procedimiento colectivo que expresa una sensación de pertenecer a
algo y de compartirlo con otros.
La comunicación mediática produce una cultura que se caracteriza por ser
más de narraciones y afectividades que de contenidos y argumentos (18).
Vemos la realidad según los lenguajes mediáticos, y los medios de comunicación
son nuestras metáforas. Las culturas mediáticas y sus narrativas convierten a
los medios en experiencias cotidianas que prometen la expresión social por
medio de prácticas informativas, prácticas de seducción (publicidad y moda),
prácticas de compañía y ambiente, prácticas de encantamiento (televisión y
cine), prácticas de memoria y experimentación (videos), y prácticas de conexión
(Internet).
El lado bueno
es que, ante el agotamiento de los grandes relatos de la historia oficial, los
medios de comunicación visibilizan las historias y experiencias del pueblo, sus
tradiciones y perspectivas de la vida. Los medios de comunicación disuelven así
los puntos de vista centrales del mundo, y promueven la pluralización. La
historia se construye entonces a partir de múltiples discursos, maneras de
pensar y movimientos sociales. Sin embargo, los medios de comunicación no crean
estos nuevos modos de pensar sino que son sus difusores y legitimadores
efímeros (20), reflejando el gusto medio y más común de todos; responden
a lo que más gusta, a lo que más se identifica con la clase media entre las
artes y las modas, entre las filosofías y los estilos, entre los discursos y
los formatos, entre sujetos y masas, entre razones y sentimentalidades (21).
La televisión
es el referente narrativo más importante, pues se trata del narrador central de
nuestras vidas, respondiendo a la temporalidad del hogar, promoviendo
relaciones afectivas con sus audiencias. Se ha adaptado al tono de la
conversación cotidiana. Máquina de contar historias, referente prioritario de
la cultura emocional que apela a las masas excluidas de la oferta cultural de
élite, a través de historias divertidas y pedagógicas que causan conformidad
emocional, distención social y placer individual: efectismo, facilismo,
predictibilidad, superficialidad, fórmulas, estrellatos débiles, emociones
instantáneas (22).
Las narrativas
mediáticas producen historias y fábulas para asignar sentido en
tiempos rápidos, a partir de viejas tradiciones que imaginan nuevos héroes,
y cuentas historias que nos permiten soñar… (22)… curando soledades masivas.
La
comunicación aprovecha los modos simbólicos de la sociedad que indican sentimientos,
valores y pensamientos, y gracias a esto siempre logra ser actual.
En las
culturas mediáticas la estética es un discurso sobre la sensación. Lo bello es
lo gozoso, lo placentero (30), lo que nos halaga los sentidos. La estética
corresponde al orden de lo sensible y el deseo.
La imagen se
proyecta como protagonista central de la cotidianidad (31). Lo bello puede ser
relativamente bello y presentarse en diferentes grados de deformidad o
diferencia. La experiencia de lo sensible habita más allá de los museos, el
arte y las universidades. Va más allá de las artes plásticas y de las
electrónicas.
Por eso el gusto
de la época es neo-barroco: abandono de la simetría, del orden, de la
preeminencia de lo no-armónico, y de lo asimétrico. Estética de lo inestable,
pérdida de la integridad, de la globalidad, pura inestabilidad,
polidimencionalidad, mutabilidad. Repetición, velocidad, exceso, lo monstruoso,
la excitación. Repetición, estética de la máquina, ritmo frenético, variación
organizada, policentrismo, irregularidad regulada. Variaciones diversas sobre
las mismas secuencias y ritmos; el placer sobre lo mismo (33). Repetición de
contenidos, formas, iconos, referentes…
Exceso.
Tendencia al límite, lo monumental cualitativa y cuantitativamente; tendencia
al límite que re-configura la visibilidad de lo estético; búsqueda del
escándalo; excitación de las formas; significación desafiante que se opone a lo
establecido; lo estético se libera de lo socialmente correcto: obras culturales
como estrategias de desocultamiento. Manifestaciones explícitas de sexo.
Lo monstruoso.
Continua presencia de lo deforme, lo desagradable, o lo aberrante; exceso de
tipo formal, representación que se aleja de los supuestos de la mimesis y de
las proporciones clásicas.
Estéticas del entretenimiento espectáculo,
levedad, new age, reality
La vida es
como una película: todos debemos ser estrellas: el entretenimiento es el
propósito de la vida, la felicidad del sujeto desterritorializado, exhibicionista,
mediático, sin adscripción política. Sujeto-mundo con color local y creencias móviles según la lógica de lo
leve, lo light, las buenas energías y las bajas razones, lo new age, y la
ausencia de realidades duras del reality.
El
entretenimiento divierte. Toda vida puede ser divertida. La lógica del
entretenimiento nos propone la felicidad en los tiempos del afecto. Actuar
nuestras vidas más que vivirlas. Pasar del homo sapiens al homo scenicus, ajeno
a problemas sociales pasivo, frívolo, atento al esplendor fácil del flujo
catódico. Las fantasías mediáticas son más reales que la realidad, y así podemos
ser celebridades, estrellas de nuestra propia vida, como en un espectáculo, como
en el cine: cuestión de pantalla, no de autenticidad. Todos los discursos se
mezclan, información, drama, publicidad o ciencia, pornografía, datos
financieros.
La
espiritualidad es una realidad alterna, el fácil trascendentalismo,
celebridades que iluminan, íconos para vivenciar.
La lógica del
entretenimiento es posible de comprender por oposición al arte y a lo culto. El
entretenimiento celebra la ligereza, el lenguaje envolvente de la superficie
lúdica, mundana, estética y fetichista. Está hecho de fórmulas, es divertido,
perezoso, efectista, facilista, superficial, banal, primario, predecible.
Así, la
cultura de masas ha disgregado los comportamientos heredados del pasado
proponiendo nuevas referencias y nuevos estilos de vida basados en la
realización personal, el entretenimiento, el consumo y el amor.
Para competir
con los medios visuales, la información escrita comenzó a presentar las
noticias dentro del atractivo pasional: impresionabilidad, espectacularidad. La
noticia se hiso instantánea y visual. Se insertaron los comics y las
ilustraciones, y la página principal se convirtió en vitrina que cautiva al transeúnte,
perfilando las publicaciones más baratas como entretenimiento cada vez más
visual (representación visual de la realidad). Las fotografías fueron la
esencia de los tabloides (así se va cocinando el remplazo de la realidad por su
imagen), suprimiendo el último vestigio del periodismo tradicional: el
contexto.
La televisión,
como el cine y el periódico, convirtieron la realidad en acción y suspenso. El
mundo pasó a ser visto como un gran machote entretenido; la noticia ya no era
suficiente; tenía que ser más excitante, con más suspenso (así como se presenta
el conflicto armado). Las noticias se convirtieron en la primera forma
audiovisual del entretenimiento (el caso de Sigifredo López).
El discurso
político adoptó la forma entretenida e inmediata de la televisión (los últimos
relatos políticos de Uribe Vélez y el ex-ministro Londoño).
Industria del
entretenimiento: realidad como discurso para satisfacer las necesidades de una
audiencia (por ejemplo la necesidad de justicia, de soluciones contundentes al
conflicto social), apelando al drama, a la controversia y al look. Esta
industria tomó posesión de las actividades humanas que pudiesen interesar a
todos (comenzó a fabricar la realidad según esos intereses). El
entretenimiento se convirtió en metarrelato.
Los artistas
(y las figuras nacionales del mundo político), más allá de su talento,
fabricaron o se dejaron fabricar, para aprovecharla, una imagen mediática
entretenida: Picasso como el pintor que encarnaba todos los prejuicios del arte
moderno. Dalí fue su mejor obra. Construcción de la imagen personal como
celebridad (así sea una celebridad mediática de barrio como Rep y Toba, en Éraze una vez el amor pero tuve que matarlo,
o una celebridad política).
La lógica del entretenimiento
nos dice cómo comunicarnos. Hay que ser celebridad. (Ser Sid y Nancy, ser Bob
Marley, Bonny and Clyde, Pedro el escamoso, El rey de la guanábana, Álvaro
Uribe). El concepto de celebridad se olvida del talento y enfatiza la manera
como uno es percibido: es una cuestión del parecer, de la impresión: (Le expliqué que mi idea era contar la
historia de un chico anónimo que soñaba con ser estrella de rock. El chico ni
siquiera tenía una banda, no cantaba ni tocaba instrumento alguno. Sólo andaba
por su anónima ciudad vestido de negro, y era una leyenda para sus amigos de
barrio. / -Eso me suena familiar –dijo (Éraze
una vez en amor… Efraím Medina Reyes).
Por otra
parte, estar en la pantalla-cielo es llegar a ser alguien en el mundo de la
vida. Cielo de simulacros televisivos. Ser alguien por haber salido en la TV, pantalla-realidad
urbana, que lleva al sujeto anónimo a convertirse en ídolo público, sólo a
condición de ser divertido (El desafío,
Yo me llamo, Si te ven ganaste… incluso dar testimonio oral en vivo, desde
el lugar de los hachos: “Yo sí oí la explosión, y cuando llegué aquí me
encontré con la humareda y la gente gritando…”).
Estado de la vida como en el cine en una sociedad
en donde los individuos han aprendido a alabar las habilidades que les
permiten, como actores, asumir cualquier rol que la ocasión demande y actuar
sus vidas a cambio de solo vivirlas (el testigo de los hechos podría tratar de
relucir como reportero de la noche,
ante las cámaras de City TV…). Así, las celebridades
urbanas locales son reflejo de las celebridades, iconos de la cultura
mediática, los dioses de la vida diaria (Cristiano Ronaldo, Shakira, Hugo Chávez,
Álvaro Uribe, Kurt Covain). Imágenes, productos, estilos de vida. Y he aquí la
paradoja de la realidad posmoderna: Irónicamente, ser alguien en el mundo de la
vida significa convertirse en alguien en la ficción, llegar a ser celebridad
(Toba y Rep en su Ciudad Inmóvil y en Bogotá).
Como ocurre a
Efraím Medina Reyes, la celebridad, su imagen, su idea, se ha extendido mucho
más allá de la pantalla electrónica para ser interpretada en un escenario real:
en cierta Feria del Libro de Bogotá, su afiche en tamaño natural era la imagen
de un roquero punk distorsionado, mezcla de Val Kilmer haciendo de Jimm
Morrison en la película The Doors, y
algo de ese Sin Visious de vidrio catódico que describe en su propia novela.
Para competir
con el entretenimiento es preciso hacer de la vida propia un espectáculo; uno
tiene que convertirse en entretenimiento, repetir los gestos y atuendos de los
ídolos mediáticos. Vale todo para parecer divertidos. A esto se le denomina
simulacro, pensamiento débil, entretenimiento. Actuar como si estuviéramos en
una película, o en un video de rock...
Vivir en un
performance, para satisfacer a otros que nos miran desde una audiencia
televisiva. Espectáculo: práctica del entretenimiento que se basa en la
contemplación a distancia, en presente, siguiendo una dramaturgia reconocida.
Su objetivo es seducir. Contemplación. El espectáculo sobrevalora el deseo de
ver. Esta relación a distancia excluye la intimidad en beneficio de un
extrañamiento masivo. El gusto, el olfato y el tacto están excluidos. La vista
y el sonido son los sentidos del espectáculo: espectador, oyente alejado. No se
requiere presencia corporal.
Ser espectacular
significa huir del mundo referencial de la vida para pasar a habitar el
artificio. Es emoción a toda hora en tiempo presente. Flujo eterno del
relato que se disfruta sin detenerse a pensar en el antes o en el después. Sólo
existe el ahora. Amnesia total. Para participar se debe contar con el atuendo
adecuado, los accesorios y los estímulos necesarios: sentido del humor, frases
de slogan, tener ángel de pantalla.
Star sistem:
estrellas del espectáculo. El entrevistador por encima del entrevistado, de los
contenidos y de la realidad.
Fragmentariedad:
continuidad efectista; abundan los tiempos cortos, las emociones rápidas,
las narrativas clip, la saturación de efectos, la sobredimensión de la imagen y
el estilo. Los contenidos son ligeros y fragmentados para poder así emitir más
mensajes más posibilidades de percepción.
Reiteración:
el placer está en el disfrute de lo ya conocido, la repetición y la redundancia
para ofrecer siempre lo mismo, pero en diferentes versiones.
Vínculo: el
discurso espectacular es psicótico, porque se habla todo el tiempo, pero para
no decir nada, y lo que importa no es significar sino mantener el contacto.
La cultura del
espectáculo construye celebridades por medio de la industria del cine, que
promueve el glamur, la exhibición, la moda y el exceso como valores.
Crea iconos de
moda, y modelos de imitación y emulación.
El espectáculo
de la cultura mediática muestra y dice cómo hay que comportarse y aparentar,
constituyéndose en marco de referencia para los modos de la identidad efímera, con
los que el sujeto puede adquirir múltiples identidades, según la función del
papel que desempeñe dentro de la cadena del consumo simbólico de mercancías
culturales.
El espectáculo
es el nuevo espacio público desestructurado. Habitamos una época donde la
estética está en el proceso, en los fragmentos, en el caos, en la búsqueda de
forma; somos una sociedad sin valores estables; todo está en entredicho; no hay
grandes relatos en los cuales creer, somos sujetos consumidos y producidos sin
referencia a ninguna misión no utopía.
Filosofía light
Hay que evitar
el argumento y la densidad para habitar los efectos y aplicar soluciones
técnicas a los problemas. Filosofía de búsquedas veloces, cero profundidad de
tiempo, y estéticas sin referencia (cero profundidad de memoria). Ya no existen
verdades ni mentiras. El no-pensamiento ha adquirido estatus. Cultura de la
instantaneidad, mundo unipolar y globalizado. Irrupción de la apariencia y el
fragmento, predominio de lo ornamental y lo escenográfico.
La realidad está
construida por el cruce y contaminación de las múltiples imágenes,
interpretaciones y reconstrucciones que compiten entre sí, o que distribuyen
los media sin ninguna coordinación. Es muy difícil saber quiénes somos si
habitamos la velocidad, el fragmento, lo efímero, el facilismo y lo
superficial.
Vivir bien
significa cuidar el cuerpo, mantener la buena energía, lucir como toca: comida
light, pensamiento light, estilo de vida light que no torture la diversión,
periodismo light para no entorpecer con angustia la vida sin conciencia de
realidad.
Los signos de
nuestra época son las series televisivas, la publicidad, , la paraliteratura,
las producciones cinematográficas tipo B, las biografías populares y la novela
negra (las formas populares o bajas), y todo viene de Estados Unidos. Por eso
la cultura actual es estadounidense. Es el nuevo pueblo de los jóvenes. Nadie
envejece. Las memorias superan su propia biografía.
Realidad
espectáculo en una sociedad de la velocidad y la nostalgia, del olvido y los
aniversarios. Por eso la moda acoge igual lo retro y la persecución de la
novedad. La filosofía light televisiva ha llevado al vaciamiento del sentido, a
la proliferación de significantes vacíos (la camiseta con la cara del Che en
una fiesta de jóvenes millonarios), al aumento de la inconsciencia social.
Pero la pluralidad
de afirmaciones que aparecen como verdaderas, hacen posible revalorar otras perspectivas
excluidas que revitalizan ciertos pensamientos. Las diversidades se liberan y
toman la palabra, se ponen en forma y son reconocidas. Desde la moda es posible
contar una nueva versión de la historia mundial. Todas las tendencias están de moda simultáneamente
y uno puede participar de una o varias para vestir el mismo cuerpo y expresar
las diversidades del alma. Somos una mezcla de estilos. Las modas son reflejo
en el que una sociedad light se mira y se reconoce; la moda nos vuelve ovejas,
pero también nos brinda los modos de diferenciarnos y construirnos con estilo
propio (mi propio estilo Sid Vicious, Bob Marley). Cada marca crea un estilo de
vida, una manera de ver el mundo.
Hasta la
política y los modos de gobernar se han vuelto light.
Actitud new age
Los libros de
auto-ayuda dicen que Dios siempre está conmigo, que la verdad está en mi
interior. La nueva era es una pausa en la era de la velocidad. Interviene la
flexibilidad y el flujo de las emociones del entretenimiento para producir
cierta estabilidad. Ilumina con base en los rituales colectivos. Es fe e
ideología de la felicidad fácil y a domicilio. Promete que es posible creer en
uno mismo sin pensar.
Política reality
Vigilancia de
la lógica del entretenimiento. El sistema político se ha convertido en un
concurso de elegidos y eliminados. El reality es como la democracia: privilegia
la convivencia de las diversidades, con normas colectivamente aceptadas, y la
gente puede participar en la toma de decisiones de la comunidad ficticia. Nos
documenta acerca de una sociedad que actúa en función de los criterios
emocionales del momento, criterios que se hacen colectivos en función de le
eliminación de la diferencia, de quien no nos gusta y piensa diferente. Solo
que la democracia debería ser algo más que un instantáneo estado emocional.
Uribe hace
política reality. La última película se llama La guerra contra el terrorismo: gane dinero con su información.
Vivir en un
reality implica ser siempre entretenido ser divertido, espectacular, para no
ser expulsado de la vida. Es preciso actuar light, buena onda, para no molestar
a nadie. La máquina televisiva nos obliga a estar siempre listos para
divertirnos. Hay cámaras por todas partes; nos están vigilando; por su acaso,
sean divertidos (Si te ven ganaste,
nuevo programa de City TV).
Podemos ser
héroes, siempre y cuando sigamos las instrucciones televisivas.
Nuestra
sociedad del espectáculo: lo real es entretenido: entretenimiento, pauta
publicitaria, conversación fluida pública y rápida; la vida construida en la
edición, siguiendo las estrategias dramatúrgicas del concurso, del melodrama,
del documental, el noticiero y el videoclip. ¿Cómo narrar entonces la sociedad
del espectáculo y el entretenimiento? Narramos imitando la realidad, que en
este caso es una realidad televisiva. Somos celebridades o no somos nada. Así
actuamos todos en la sociedad del espectáculo. Somos hijos de la televisión.
Debemos volvernos expertos en culturas y estéticas mediáticas para poder actuar.
Los demás
discursos nos han traicionado, desde el científico hasta el institucional y
jurídico. Toca ser banal y snob. Somos construcción dramática más que razón.
Narraciones más que conceptos. La narración es nuestra nueva forma de pensar.
maravilloso texto... gracias
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