Para el
formalismo ruso la unidad de la acción en un discurso narrativo debe tener
interés humano. Así que el paradigma de investigación es el hombre (fábulas,
mitos, leyendas, y lo maravilloso).
Toda narración
implica la transformación radical de una situación inicial (Todorov). No basta
con la simple sucesión o yuxtaposición de elementos. El lastre de la mímesis
clásica implica que solo serán géneros literarios el drama y el relato en
tercera persona: la diégesis o relato de hechos, y la mímesis, o relato de
palabras.
A partir del
siglo XX se hace posible la mezcla de géneros, en donde conviven lo narrativo,
lo dramático, lo lírico y lo argumentativo.
Un enfoque
comunicativo del análisis textual aporta elementos como el autor implícito,
distinto del narrador y del autor real, y el lector implícito o narratario,
diferente al lector externo.
El fenómeno
literario como acto de habla implica a la imaginación como causa de los grados
de simbolización presentes en el texto literario. Se diferencia entre fábula
(material narrativo) y trama (configuración artística, configuración).
La suma de
estos dos elementos da como resultado un relato literario (la narratio): los
hechos se integran en el discurso del narrador, que selecciona e impone un
orden al material. La simple sucesión de acontecimientos sin implicaciones, sin
efectos, no se considera artística.
La narración
expone los caracteres personales, y todo aquello que ayude a aclarar los hechos
(narración judicial) de manera que seduzca al lector, junto con las acciones de
los personajes, que serán alabadas o vituperadas (epidíctico), y contadas con
gran detalle, resaltando de ellas lo que se quiere poner de relieve.
Con los
aportes de la retorica la narración se atiene solo a lo esencial, eliminando lo
accesorio, para lograr credibilidad y verosimilitud, y así reflejar una postura
moral o ética.
Adquiere
carácter patético cuando las acciones revelan intensamente las pasiones y
despiertan la emotividad en el auditorio.
La narratio
debe presentar los hechos reales, o como si hubieran ocurrido en realidad, con
el fin de persuadir. Debe ser creíble y congruente con la realidad, evitando
las contradicciones con el mundo real, que es el punto de referencia, y siempre
debe haber una necesidad de causalidad. Sin embargo, la narración literaria
siempre es narración de hechos creíbles como digresión.
Un
acercamiento máximo a la realidad implica un relato más fiel a la historia; un
acercamiento mínimo implica fabular, relatar con mayor grado de digresión. El
punto medio entre la historia y la fábula es la argumentación, con la que se le
da verosimilitud a al relato. Con ella se incluyen las descripciones de
personajes, y los aspectos de lugar y tiempo.
La narración
que versa sobre personas es aquella en la que ellas mismas hablan y muestran
sus caracteres. Algunas veces los hechos son relatados por un narrador
(diégesis), y otras veces los hechos son relatados por los personajes mismos (mimesis).
En una narración
el orden de los acontecimientos lo impone el narrador, que manipula el material
valiéndose de las pretericiones o analepsis, la paralepsis, los diálogos, el
patetismo y los finales inesperados, todo enfocado a la intensificación del
comienzo y la preparación del relato hasta su culminación.
En esto
también se involucra la idea de amplificatio, o sea, la amplificación de los
hechos escuetos, modificando el contenido del material, y dándole forma al
relato. Se trata de la ornamentación, y la alusión u omisión de hechos, de la
indagación sobre la causa de los hechos y de los razonamientos que justifiquen
los comportamientos del personaje. Se trata de la dilación del relato, su
morosidad, de las distorsiones que lo prolongan.
Las retóricas
clásicas españolas del siglo XVI están entre el modelo grecolatino (lo real o
lo verosímil) y el helenístico-bizantino de la amplificatio.
Existen dos
modos de representar la realidad: por medio de la narración (dinámica), o por
medio de la descripción (estática). Sin embargo, la abundancia de elementos
episódicos atenta contra la unidad de la fábula. Debe haber unidad de acción y
tiempo en el desarrollo de la historia principal, aunque el narrador tiene la
libertad de elegir los elementos episódicos, donde caben las digresiones
artificiosas, la morosidad, la amplificatio, y la artificialidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario